MENSAJE
AL PAPA FRANCISCO Y A LOS PUEBLOS DEL MUNDO
Ceremonia de clausura |
Representantes
de Organizaciones Indígenas, Campesinas y Ambientalistas, así como de
movimientos sociales, estudiosos y personas interesadas de 17 países
coincidimos en el “Encuentro Latinoamericano Con la Encíclica Laudato SI´ defendemos los derechos a la
Tierra, el Territorio y los bosques, en la ciudad de San Cristóbal de Las
Casas, durante los días 13 y 14 de febrero en el marco de la visita del Papa
Francisco.
Chiapas
es un territorio repleto de simbolismo donde nosotros como Pueblos originarios
y campesinos nos reconocemos en el trascurrir de los siglos, en Pueblos en
lucha frontal contra el colonialismo que pretendió eliminar nuestras culturas y
actualmente un capitalismo depredador.
Esta
lucha busca, entre otras cosas, el reconocimiento de la Madre Tierra que en el
“Laudato SI” se denomina como la casa
común. Vemos como se le ha enajenado mediante proyectos que crean dependencia y
desarticulación de los procesos locales de organización, y que apuntalan una
sociedad de consumo bajo un pensamiento patriarcal y perverso. Se ha negado la
sabiduría comunitaria de hombres y mujeres.
Por lo tanto, el contenido del “Laudato
SI” se suma a la reivindicación histórica, cultural y espiritual de los
Pueblos en nuestro largo camino de más de 524 años de resistencia y en nuestra
vida como sujetos de nuestro destino con la Madre Tierra como espacio sagrado y
para la humanidad.
Nuestra
permanencia de Pueblos nace de la relación con la Madre Tierra, de ahí emana la
fortaleza y conocimiento de la vida, la memoria, la herencia y el derecho
histórico de los Pueblos a nuestra continuidad, es por ello que en este momento
la iglesia católica a través de la Encíclica “Laudato SI”, viene a acompañar a los Pueblos en sus luchas.
Recogemos
en el seno de nuestras deliberaciones la encíclica como una esperanza para un
mayor compromiso de las naciones y Pueblos del mundo para el reconocimiento de
nuestros derechos humanos, territoriales, ambientales y sobre todo nuestra
enorme contribución para la salud de un planeta vivo en donde todos los seres
humanos podamos vivir en paz.
Vemos
cómo el “Laudato SI” describe la
devastación ecológica planetaria ocasionada por el capitalismo: las
alteraciones y mercantilización de los ciclos naturales de fertilidad, hídricos
y de clima, la contaminación de los cuerpos de agua, los efectos nocivos de la
producción industrial en la atmósfera, la destrucción de los ecosistemas
sensibles como bosques, selvas, manglares; la acidificación de los océanos, la
pérdida de la biodiversidad y la privatización de la vida, el agro-negocio
basado en monocultivos y la introducción impuesta de plantas, insectos y
animales transgénicos en nuestros ecosistemas, en sí, el sistema capitalista
que puede llevarnos a la extinción humana.
Retomamos el parágrafo 190 de la encíclica “Laudato SI” en donde se expresa que “Dentro del esquema del rédito no hay lugar
para pensar en los ritmos de la naturaleza, en sus tiempos de degradación y de
regeneración, y en la complejidad de los ecosistemas, que pueden ser
gravemente alterados por la intervención humana. Además, cuando se habla de
biodiversidad, a lo sumo se piensa en ella como un depósito de recursos
económicos que podría ser explotado, pero no se considera seriamente el valor
real de las cosas, su significado para las personas y las culturas, los
intereses y necesidades de los pobres”
El “Laudato SI” es una iniciativa que
recibimos de buena fe y con respeto y sentimos que refuerza nuestra lucha y la
razón histórica que asiste a quienes provenimos de los Pueblos, y se nos ha ocultado
y negado la justicia por siglos. Esta carta conjunta reflexiones sobre el
modelo de desarrollo que proponen los Estados-empresas, y cuyos intereses han
buscado lucrar con nuestros bienes comunes y con la vida que habita en los
territorios ancestrales, los cuales detentamos.
Vemos
cómo los gobiernos y las empresas se empeñan en despojar y destruir nuestra
Madre Tierra, explotándola y mercantilizándola, sin considerar que ella es la
suma de nuestros territorios históricos, de nuestros sueños, saberes, sentires, creencias y seres
que habitan y forman un todo que es la vida y que se relacionan con los ciclos
naturales y las cosmovisiones de los Pueblos que constituyen un equilibrio con
lo vivo.
Vemos cómo este capitalismo ha creado
una crisis ética, social, económica, ecológica y política que transgrede los
derechos y despoja a los Pueblos con sus proyectos de muerte y sus programas
gubernamentales, en donde vemos como los gobiernos se han coludido con los
intereses de las empresas y con el crimen organizado para privatizar nuestros
patrimonios y territorios. Nuestra lucha por la defensa de la Madre Tierra ha
sido denunciada ante oídos sordos, que lejos de justicia nos ha traído
persecución, encarcelamientos y hasta la muerte para muchos representantes
indígenas, campesinos y de organizaciones de la sociedad civil. Exigimos el
cese al hostigamiento y la criminalización de nuestros representantes.
La autonomía y la libre determinación para
nosotros y nosotras es el derecho a decidir libremente sobre nuestros
territorios, construyendo espacios donde se represente el sentir, pensar y
vivir de nuestros Pueblos en armonía y en relación con otros pueblos. La
autonomía representa también apropiarnos de nuestro destino y de la forma de
gobernarnos al modo propio, con nuestros usos y costumbres, tomando en nuestras
manos el manejo de los bienes naturales, medios de vida, producción, educación,
radios comunitarias, salud, idioma, vestido, bailes, nuestra ciencia, saberes y
conocimientos para fortalecer nuestra identidad como pueblos y nuestra
permanencia futura, bajo la lógica de la comunalidad, el bien común y el buen
vivir. Reivindicamos el derecho al consentimiento previo, incluyente, libre e
informado, reconocido en los acuerdos e instrumentos internacionales de
Derechos Humanos y sobre pueblos indígenas y comunidades locales.
Reconocemos el trabajo de las mujeres
y su papel trascendental en los procesos de defensa y cuidado de la tierra y el
territorio. Y consideramos que, si bien la Encíclica “Laudato SI” no hace referencia a nosotras, es importante
visibilizar a las mujeres, comprometiéndonos a impulsar y respetar nuestra
participación en todos los espacios de decisión y de lucha. Al igual
reconocemos el papel de nuestros abuelos y abuelas, que nos transmitieron el
amor a la tierra, el respeto a los bienes naturales. Nosotros y nosotras
cumplimos con el deber de heredar nuestros saberes a los niños, niñas y jóvenes
quienes conforman el futuro de nuestros Pueblos, y que son el acervo vivo de
nuestras identidades, cosmovisiones y espiritualidades.
Defendemos la soberanía alimentaria
como nuestro derecho a la autosuficiencia local, a decidir cómo producimos
nuestros alimentos, a tener ecosistemas y espacios de cultivo (como la milpa,
el conuco y la chacra) libres de transgénicos, agrotóxicos, así como a una
alimentación sana. Requerimos fortalecer la economía solidaria como alternativa
frente al consumismo y la sacralidad de nuestras relaciones con la naturaleza.
Las comunidades reconocemos la
reproducción de las prácticas que erosionan nuestra soberanía alimentaria,
dejando en manos de las corporaciones el control de nuestra alimentación.
Rechazamos la imposición de la mercantilización de la
naturaleza en congruencia con el numeral 36 de la encíclica: “El cuidado de los ecosistemas supone una
mirada que vaya más allá de lo inmediato, porque cuando sólo se busca un rédito
económico rápido y fácil, a nadie le interesa realmente su preservación”. Así
mismo nos manifestamos en contra de la imposición de áreas naturales
protegidas(ANP)como una estrategia de los gobiernos basada en una negación y
violación de los derechos de los Pueblos indígenas y de las comunidades locales
a sus prácticas y saberes. Las políticas conservacionistas: Parques y Áreas
Naturales protegidas, corredores biológicos, reservas integrales de la
biosfera, entre otras, legitiman el acceso a las grandes empresas para
proyectos mineros y extractivos, afectando nuestros modos de vida. Por ello manifestamos
que nuestro modo de conservación acorde a nuestra cultura e historia es el que
mantiene los medios de vida, los bienes naturales, de ahí que donde existimos
permanece la Madre Tierra cuidada.
Coincidimos en la alerta de la encíclica papal que en su
numeral 171, expresa que: “las
estrategias de compraventa de ‘bonos de carbono pueden dar lugar a una nueva
forma de especulación, y no servir para reducir la emisión global de gases
contaminantes. Este sistema parece ser una solución rápida y fácil, con la
apariencia de cierto compromiso con el medio ambiente, pero que de ninguna
manera implica un cambio radical a la altura de las circunstancias. Más bien
puede convertirse en un recurso diversivo que permita sostener el sobreconsumo
de algunos países y sectores”.
Es necesario fortalecer los espacios
de decisión comunitaria incluyentes, tales como asambleas, reuniones, cooperativas
de tierra, entre otros, para defender el derecho real a la libre determinación
de los Pueblos como en el caso mexicano lo establece los Acuerdos de San Andrés
Sakamch’en de los Pobres, así como el Convenio 169 de la OIT y otros
instrumentos internacionales resultado y síntesis de las reivindicaciones de
los Pueblos.
La encíclica “Laudato SI” nos invita a actuar y apropiarnos del territorio que
traducimos en la práctica en la defensa de los derechos de los Pueblos
indígenas, reivindicando una iglesia autóctona inspirada en una Teología India,
cuya práctica asumió jTatic Samuel y
muchos hombres y mujeres que caminan con los Pueblos a partir de la inspiración
de la Teología de la Liberación.
Desmentimos
el discurso del capitalismo verde, cuyos mecanismos implican la
mercantilización y privatización de la biodiversidad, del agua, del aire, de
las semillas y de la vida humana, que defienden los gobiernos y que esconden
los intereses de las agencias multilaterales y empresas transnacionales. Es
necesario frenar cuanto antes toda acción de los Estados que vulneran y
violentan los derechos elementales de vida de nuestros Pueblos con
consecuencias catastróficas poniendo en serie riesgo nuestra continuidad y
existencia a través de megaproyectos carreteros, mineros, energéticos, redes de
tendido eléctrico (IIRSA, entre otros), petroleros y de hidrocarburos, de presas hidroeléctricas, de monocultivos,
de pesca, o de turismo, basados en el extractivismo, y que se ubican dentro del
Proyecto Mesoamérica, las Zonas Económicas Especiales, o el Acuerdo
Asia-Pacífico, recientemente firmado a las espaldas de los Pueblos; así como
otros proyectos extractivistas en las selvas mayas, zoque y de la Amazonia que están
creando crisis alimentarias y movilidades forzadas de miles de indígenas y
campesinos que se han convertido en jornaleros explotados y en extranjeros en
sus propias tierras.
Vemos
con preocupación e indignación que la visita del Papa Francisco a la ciudad de
San Cristóbal de Las Casas le haya servido al gobierno mexicano para realizar
una ocupación de las calles, de esta emblemática ciudad, a través de las
fuerzas armadas (ejército y policía) en la víspera de la conmemoración del 20
Aniversario de la firma de los traicionados Acuerdos de San Andrés Sakamch’en
de Los Pobres.
Las y
los participantes en una sola voz reafirmamos nuestra disposición a construir
un esfuerzo colectivo para cuidar la Madre Tierra, y nuestro deseo de generar
diálogos de saberes y vivires que abonen a luchar por la vida de todos los
seres, por un modelo que genere alternativas que contemplen la diversidad de
Pueblos que somos, bajo la Libre Determinación basada en la autonomía donde
nuestras formas de gobierno, justicia, organización y demás instituciones
propias sean constituidos plenamente bajo los principios maya-tseltales delalekil kuxlejal, lekil Chapanel,Ich’el Tamuk;
así como con los de la mayoría de los pueblos originarios de Mesoamérica y de
la Amazonía y de muchas comunidades locales de nuestro continente, conceptos
que van hacia la buena vida, el buen vivir, el gran respeto de los Pueblos en
el contexto del universo del cual todos somos parte.
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