NOTICIA DEL DÍA
Fuente: La Jornada
Martes 9 de febrero de 2016
Por: Magdalena Gómez
La visita del papa Francisco a México
será un referente diplomático, pastoral y, en especial, un alto en el camino
para la reflexión de los movimientos sociales, de derechos humanos y sin duda
para los pueblos indígenas. La ruta de su visita y la agenda misma, dibuja
estos componentes: pueblos, migrantes, feminicidios, desapariciones, así como
la tensión evidente entre el Papa como jefe de Estado y el Papa como cabeza de
la Iglesia católica, donde también existen tendencias que vienen de antes y no
siempre han sido plenamente aceptadas, porque se basan en prácticas sociales de
opción preferencial por los pobres. No es casual que las principales
organizaciones de derechos humanos en nuestro país, tengan referentes de
algunas órdenes religiosas que han tratado de encarnar dicha opción.
El papa Francisco llega a nuestro país
precedido de la fuerza de sus planteamientos sobre temas y enfoques que no han
sido comunes en la más alta jerarquía eclesiástica. Es el caso de la encíclica
Laudato si, que ha sido considerada como un invalorable aporte moral y político
en el que encontramos nuevos argumentos y renovados ánimos para nuestra justa
lucha. La encíclica es una luz para los pueblos indígenas que defendemos la
tierra-territorio, los bosques, el agua y los recursos naturales para la
humanidad (boletín, 3/2/16, convocatoria al Encuentro latinoamericano con la
encíclica Laudato si, a realizarse el 13 y 14 de febrero próximos en San Cristóbal
de las Casas, Chiapas). El documento papal reconoce que tiene su fuente en las
reflexiones de científicos, filósofos, teólogos y organizaciones sociales que
enriquecieron el pensamiento de la Iglesia sobre estas cuestiones y aclara que
numerosas iglesias, no sólo la católica, comparten preocupaciones por el
destino de lo que denomina nuestra casa común. Me interesa destacar que los
llamados a la acción, de la encíclica, a la recuperación de la ética, al amor y
cuidado de la naturaleza, al combate al individualismo y el consumismo son
elementos en que la cosmovisión indígena ha dado ejemplo en contextos de
políticas oficiales de exterminio y etnocidio, hoy potenciadas con el auge
neoliberal en el mundo. La encíclica incorpora la valoración de los pueblos
indígenas, señalando que: la visión consumista del ser humano, alentada por los
engranajes de la actual economía globalizada, tiende a homogeneizar las
culturas y a debilitar la inmensa variedad cultural, que es un tesoro de la
humanidad… Hace falta incorporar la perspectiva de los derechos de los pueblos
y las culturas, y así entender que el desarrollo de un grupo social supone un
proceso histórico dentro de un contexto cultural y requiere del continuado
protagonismo de los actores sociales locales desde su propia cultura. En este
sentido, es indispensable prestar especial atención a las comunidades
aborígenes con sus tradiciones culturales. No son una simple minoría entre
otras, sino que deben convertirse en los principales interlocutores, sobre todo
a la hora de avanzar en grandes proyectos que afecten a sus espacios. Para
ellos, la tierra no es un bien económico, sino don de Dios y de los antepasados
que descansan en ella, un espacio sagrado con el cual necesitan interactuar
para sostener su identidad y sus valores. Cuando permanecen en sus territorios,
son precisamente ellos quienes mejor los cuidan. Sin embargo, en diversas
partes del mundo son objeto de presiones para que abandonen sus tierras a fin
de dejarlas libres para proyectos extractivos y agropecuarios que no prestan
atención a la degradación de la naturaleza y de la cultura (párrafos 144 a
146).
Por ello se entiende la iniciativa de
organizar el encuentro latinoamericano de parte de la Alianza Mesoamericana de
Pueblos y Bosques, la Coordinadora Indígena de la Cuenca Amazónica, el Centro
de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas, la Red Mexicana de
Organizaciones Campesinas y Forestales y el Encuentro Mundial de Movimientos
Campesinos y Populares. El Centro Frayba mencionó sólo algunos movimientos,
como Xochicuatla, Ostula, Wirikuta, Cherán, Los Yaquis, Las Abejas de Acteal,
Candelaria Suyul, Las Brisas pero habría que destacar el principal impulsor de
los derechos de los pueblos, justamente en Chiapas como es el Ejército
Zapatista de Liberación Nacional. Este encuentro y la visita del Papa a San
Cristóbal de las Casas prácticamente coinciden con el vigésimo aniversario de
la firma de los acuerdos de San Andrés, ojalá se haga mención expresa a este
hecho histórico y emblemático en la lucha de los pueblos y al incumplimiento
del Estado mexicano. También la mención del caso Ayotzinapa sería trascendente.
Más allá de ello habrá que leer los pronunciamientos diplomáticos y en lenguaje
pastoral, en referencia a la paz ausente en nuestro país, con mensajes que, eso
sí es seguro, no serán de alabanza al Estado mexicano. Ya lo anticipó, nada es
casual en su ruta.
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